Le propone Javier Cañada a Joan Tubau, en el último episodio de Kapital, montarse en el coche y conducir sin rumbo un fin de semana. Salir sin planificar el viaje. Aprender a desorganizarlo y darle espacio a lo inesperado.
Les escucho y mi imaginación se pierde en el recuerdo de los pueblos de Cantabria y de Asturias en los que estuvimos hace unas semanas.
No nos confiamos a la suerte de encontrar una habitación libre, pero vivimos durante cuatro días asentados en un hotel rural cerquita de la bellísima playa de Torimbia. Un amigo nos recomendó el lugar. Él creció muy cerquita y vuelve todos los veranos junto a su familia. Y lo entiendo. Te deslumbran las vistas y el entorno. Te emborrachan. Ese tono de verde brillante que parece de mentira, como sobresaturado, y ese azul grisáceo que lo inunda todo. Te quedas absorto. Es una belleza natural que te desafía y te hace repensar muchas cosas. Y como pegue un rayito de sol templando el color, estás perdido.
A Laura le encantó la sorpresa.




















