Llegamos a la huerta y Alan nos dio un paseo por todo el terreno, por los cultivos, las plantas y los árboles. Había de todo: cuatro tipos de plataneras distintas, plantas aromáticas, guayabas, parras, maracuyás, naranjas y limones... y alguna con unos frutos que no había visto en mi vida. Y, sobre todo, un cariño y un cuidado que se respiraba en cada rinconcito.
Me encantó cuando nos contó que había en el huerto una flor muy especial que la llaman "reina de la noche", que solo se abre una única vez, durante unas horas y siempre de noche. Decía que habíamos tenido mucha suerte porque parecía que íbamos a coincidir con ella, que fuera a abrirse con nosotros allí, ese mismo día. Parecía imposible porque estaba bien cerrada, pero ¡así fue!
Es la flor de la pitahaya (la conocida como fruta del dragón), una flor grande y muy espectacular. Pude hacerle alguna foto al amanecer, casi casi abierta por completo, en los últimos momentos de su reinado de una noche. Solo un ratito después, efectivamente, ya se había cerrado y descolgado para siempre. 🥺