Es una lectura fácil y ligera pero con un tono crítico muy profundo hacia la sociedad en la que vivimos y, en concreto, hacia el mundo laboral tan superficial y deshumanizado. A ratos me ha dado pena, a ratos me he reído a carcajadas. Me ha gustado mucho. Ha sido terminarlo y empezar a recomendarlo.

Dejo algunas citas que he subrayado:

Y es así de sencillo, tan sencillo como no responder «bien» cuando alguien te pregunta «¿qué tal?».

Detesto las dinámicas de las reuniones. Creo que hay gente que las disfruta porque sabe que, en el fondo, son una manera de no sentarte frente al ordenador y trabajar. Y creo que otras personas utilizan las reuniones como baños de autoestima para sentirse importantes. Yo no puedo soportar el buffet libre de tópicos, los chascarrillos habituales, las palabras en inglés para intentar dotar de importancia a los procedimientos más simples, la necesidad de involucrar hasta al mismísimo papa para un proyecto menor o el partido de tenis que se desarrolla cuando alguien quiere pasarle el muerto a otro alguien y ese otro alguien se lo devuelve. Las reuniones me agotan.

En mi mundo ideal, los edificios de las grandes ciudades se construirían en forma piramidal para que todos pudiéramos disponer de una terraza con plantas cayendo a las terrazas de debajo. Creo que todo el mundo se merece una salida al cielo.