Es una historia que comienza describiendo una realidad, en apariencia satisfactoria, en la que las personas son auténticos artistas en eso del saber mantener la compostura:
En lugar de utilizar el tenedor, ella comió un trozo de fruta cogiéndola con los dedos. Con miedo a obedecer al impulso de abrazar sus hombros silenciosos y sumidos en la reflexión, chupar esos dedos dulces y pegajosos por el jugo de la pera y bajarle de un tirón esos pantalones holgados de gimnasia, él volvió la cabeza a otro lado.
Pero poco a poco va profundizando en las historias individuales de los personajes para romper ese frágil clima de convivencia apática y sumisa. Como dice el prólogo, cada uno de los capítulos implica una ruptura, una desintegración, mientras la protagonista avanza en su ideal.