El lenguaje tan directo y sencillo, el tono cómico mezclado con la melancolía de la protagonista, y la habilidad de la autora con el sarcasmo, hace que sea una lectura muy rápida y entretenida. Leer Supersaurio casi como estar charlando con Meryem sobre su día a día. Transmite una familiaridad especial que te deja con las ganas de saber más sobre ella, sobre cómo siguió después y qué es de su vida ahora.

Destacaría lo bien que consigue evidenciar las diferencias generacionales en los entornos laborales en la actualidad, especialmente en las oficinas. Estoy seguro de haber conectado especialmente con el libro por estar viviendo en Tenerife, es una maravilla leerlo reconociendo muchas referencias (aunque seguro que no todas) y expresiones canarias, al igual que me ocurrió con Panza de burro.