Siesta al sol en alta montaña

Foto de una señora durmiendo la siesta en un banco de piedra con un paisaje muy bonito de fondo
Señora muy precupada por su número de followers en insta.

Los días previos a Semana Santa, de domingo a jueves santo, marchamos al Valle de Broto para trabajar desde allí unos días. El cuerpo nos pedía naturaleza y aprovechamos el que creo que es el mayor privilegio de trabajar con un ordenador y en una empresa de tecnología: no requerir estar en un lugar concreto y que los horarios sean flexibles para organizar bien el trabajo en equipo.

Lo hicimos MUY bien: madrugar mucho para trabajar fuerte las primeras horas del día y, hacia el mediodía, salir de excursión para comer en algún lugar de ensueño. Flipamos con la energía del Valle de Bujaruelo, tomando el sol en las Gradas de Soaso (Ordesa) o en la orilla de una cascada en la senda Torla → Ordesa por Turieto.

Es nuestra responsabilidad que, las empresas que ya no tenemos esas necesidades de lugar y tiempos como antes, utilicemos ese privilegio para mejorar nuestras vidas. Conseguir que el descanso y la desconexión, partes tan importantísimas de cualquier trabajo, no tengan que ser necesariamente algo heredado de sistemas antiguos (todo agosto out por pelotas y con el móvil apagado y acojonado por la vuelta), sino que pueda entenderse de una forma diferente. Más natural, más productiva, más integrada, más humana. Reivindicar desde las propias empresas una organización que permita conectarnos más y mejor con los lugares, con las personas y con la vida, que es, al fin y al cabo, la única cosa que tenemos.

Menos hablar y más hacer. Pongámonos a ello.

PD: no esperes una gran producción asombrosa, pero es muy recomendable la serie documental Andes Mágicos de Netflix. Capítulos de 20 minutos con testimonios de personas hablando sobre el vínculo con el lugar en el que viven. En muchos casos, incluso, con la decisión intencional de vivir en el lugar que quieren vivir.