Es un gusto poder trabajar un ratito, a primera hora de la mañana, desde La Bendita. Disfrutando un buen café desde la mesa de la esquina, la que queda nada más entrar, pegadita a la ventana. Desde ahí se siente cómo llega la primera luz del día y ves de reojo la banqueta de la terraza y a la gente pasar.
